domingo, 21 de noviembre de 2010

3. Prólogo de la obra

Este libro desarrolla distintas aplicaciones de disciplinas etnográficas y geográficas a la compren­sión de los hechos de lectura y escritura de forma contextualizada. Analiza las aportaciones de varias de éstas y propone un enfoque integrador de los nuevos paradigmas sobre lectura, encaminado a la descripción de entornos letrados situados (“situated literacy”), que nosotros hemos agrupado rescatan­do el concepto clásico de corografía como una di­mensión que integraría perspectivas tales como los llamados Nuevos Estudios de Literacidad (en adelante NEL), la Etnografía, la Geografía o la Cartografía, como disciplinas aplicadas a los estudios de alfabetización y otros aspectos concernientes a la lectura.
Por otro lado, lo que se conoce como “Perfor­mance” abarca un amplio abanico de prácticas in­dividuales y colectivas que tienen como denomina­dor común la puesta en acción, la participación e interacción con la audiencia, la valorización de nue­vos escenarios, de objetos, del cuerpo, etc. Éste es el denominador común de formas muy dispersas, ligadas a las artes visuales y a las artes en general, tales como el action art, escultura, poesía visual, arte en vivo, instalaciones, fluxus, happening…
En efecto, las llamadas artes performativas son muy variadas, y aunque tienden a una concepción de “arte total”, de convergencia de lenguajes (Jen­kins), nosotros vamos a estudiar de forma especial aquellas manifestaciones que más integran las ha­bilidades verbales, por ejemplo, los recitales (perfo­mance poetry), los cuenta-cuentos, las artes come­diográficas, incluyendo las formas parateatrales, la improvisación… es decir, todas aquellas formas que, salvo el mimo, la música, la danza u otras, se sirven de la palabra como argamasa o al menos hilo conductor.
En el fondo de todas estas propuestas hay tam­bién una revisión del papel tradicional del arte, de los cánones clásicos, de la comunicación tradicional (por ejemplo, su fosilización en los museos), para rei­vindicar un arte ligada a la experiencia compartida también con el público, al proceso más que al pro­ducto, a la revitalización del sentido lúdico o heurís­tico de las propuestas estéticas. Es un impulso de crítica o deconstrucción que se exterioriza a varios niveles, cambiar la propia idea de museo introdu­ciendo “objetos chocantes” (v.gr. arte encontrado), o recuperar terrenos insólitos para la praxis artística, la calle, el cuerpo humano, lo efímero…
Esto tiene mucho que ver con las nuevas concep­ciones de la lectura de los citados Nuevos Estudios de Literacidad, que pone el énfasis en la lectura como praxis social, como conjunto de actuaciones, que, igual que cualquier otra de las performance, se presenta como una lectura y escritura en acción. Por ello mismo, involucra un espacio, que ya no es un simple decorado de fondo, unos objetos (lo que describiremos como artefactos de lectura y escritu­ra), unos participantes y una serie de “scripts”, rutinas (o anti-rutinas) o actividades secuenciadas.
Lo que llamaremos los eventos letrados apa­recen así como performances específicas, es decir, como hablar en acción, leer en acción o escribir en acción, en un marco más o menos ritualizado, Estas formas “ostensivas” de la palabra, que se relacionan con la performance contemporánea pero también con el juego ancestral, se explican muy claramente por la dicotomía que Castoriadis analiza en el len­guaje como referir y el lenguaje como actuar (legein/ teukein), y que, de forma castiza, el refranero también explica (“una cosa es predicar y otra dar trigo”).
El logocentrismo y el textocentrismo ha influen­ciando, en el mundo de la cultura y de la educación, en una primacía de la palabra especulativa, del refe­rir, y ha valorado menos la producción, la improvisa­ción o la creatividad, y cuando se ha incidido en el cultivo de técnicas de expresión, siempre ha sido en referencia a modelos canónicos, llámese la retórica, los clásicos, los autores o los textos consagrados, es algo evidente en la cultura educativa de los últimas décadas. Pero he aquí que la cultura de los últimos años ha ahondado en la fractura entre estas prácti­cas, respecto a lo que realmente los ciudadanos – por ejemplo, los jóvenes- prefieren. De ese modo, el divorcio entre la llamada high culture y la low cultu­re se ha puesto en cuestión, y ahora ya casi nadie cuestiona que el cómic u otras manfestaciones es­téticas contemporáneas no sean también arte.
Sea o no por influencia del mercado y de otras modas, lo cierto es que la cultura letrada clásica po­larizada en el libro impreso y en modalidades clási­cas (exposiciones, magistrales, conferencias, etc.) y que el empuje de los llamados nuevos alfabetismos (medios audiovisuales, cultura electrónica, etc.) ha llevado no sólo a que se prefiera una experiencia lúdica o en acción de la ficción o de la poesía, sino que ésta sea multisensorial, que integre cada vez más distintos lenguajes y soportes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario